Después de profesar sus votos perpetuos, sor Faustina fue trasladada a la casa conventual de Vilna (25 de mayo de 1933). Aquí encontró la ayuda prometida anteriormente: el confesor y director espiritual, el p. Miguel Sopocko, que intentó realizar los deseos del Señor Jesús.
Más bien por la curiosidad de cómo iba a salir el cuadro que por la fe en las visiones, pedí al pintor Eugenio Kazimirowski que pintara el cuadro” (padre Sopocko, Memorias).
El cuadro con la imagen de Jesús Misericordioso nacía en un ambiente lleno del misterio de los milagros Divinos: las experiencias místicas vividas por Santa Faustina. El padre Miguel Sopocko le dio a conocer al pintor de forma parcial la misión de sor Faustina y le comprometió a guardar el secreto. Este pintor (véase Kazimirowski), muy apreciado y muy culto, renunció a su propia concepción artística para representar detalladamente lo que relataba sor Faustina, quien estuvo yendo al estudio del pintor (por lo menos) una vez a la semana, durante medio año, para añadir los detalles e indicar los errores. Quería que la imagen de Jesús Misericordioso fuera igual a la imagen revelada en sus visiones.
En el proceso de pintar el cuadro participó activamente el Padre Miguel Sopocko, el fundador de la obra, quien, a petición del pintor, posó para el cuadro vistiendo un alba. El tiempo pasado juntos dedicado a pintar fue una oportunidad para una interpretación más profunda del contenido del cuadro. Las cuestiones discutibles las resolvía el mismo Señor Jesús (Diario 299; 326; 327; 344). Muy significativa fue la conversación que mantuvo sor Faustina con Jesucristo sobre el cuadro pintado:
“… cuando estaba en el taller de aquel pintor que pintaba el cuadro, vi que no era tan bello como es Jesús. Me entristecí mucho por eso, sin embargo, lo oculté profundamente en mi corazón. (…) la Madre Superiora se quedó en la ciudad para arreglar algunos asuntos, yo volví sola a casa. En seguida fui a la capilla y Iloré muchísimo. Le dije al Señor: ¿Quién Te pintará tan bello como Tú eres? De repente oí estas palabras: No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de este cuadro, sino en Mi gracia” (Diario, 313).
De esta conversación emana la sinceridad de la persona a la que le había sido concedida una gracia sobrenatural y que en sus vivencias místicas vio la belleza del Salvador Resucitado (véase las Memorias – p. Sopocko). El Señor Jesús muchas veces se aparecía a sor Faustina en la forma en la que está mostrado en el cuadro (Diario 473; 500; 851; 1046; 1565) y también, en repetidas ocasiones exigió que ese cuadro fuese expuesto para la adoración pública. Eso demuestra que el Señor Jesús aceptó la imagen pintada en el cuadro, santificándolo con su viva presencia.
Gracias a los esfuerzos del p. Sopocko, desde el 26 hasta el 28 de abril de 1935, durante las celebraciones finales del Jubileo de 1900 años de la Redención del mundo, en la Puerta del Amanecer, en Vilna, la Imagen del Misericordioso Salvador por primera vez fue adorada por una multitud de fieles que participaban en las oraciones. Esa celebración coincidió con el primer domingo después de la Pascua, Sor Faustina participó en ella, y la homilía sobre la Divina Misericordia fue predicada por el padre Sopocko, tal como lo había exigido Jesús.
“Durante tres días la imagen estuvo expuesta al público, y recibió la veneración pública porque había sido colocada en la Puerta del Amanecer en lo alto de un ventanal, por eso se la veía desde muy lejos. Durante esos tres días en la Puerta del Amanecer fue celebrada con solemnidad la clausura del Jubileo de la Redención del Mundo, el décimo noveno centenario de la Pasión del Salvador. Ahora veo que la obra de la Redención está ligada a la obra de la misericordia que reclama el Señor” (Diario, 89).